El domingo pasado, junto a nuestros amigos Idalia y Manuel, fuimos al restaurante “Taiko”. Había oído hablar de este lugar en muchas oportunidades, y desde hace algún tiempo le debía una visita.
Lo que encontramos al llegar fue una muy grata sorpresa. El local esta dividido en dos ambientes; el salón principal donde se distribuyen unas 20 a 25 mesas, el bar y sus empleados, seduciendo la mirada de quienes observan la preparación de los cócteles; el espacio para la elaboración de los “roles”, donde el espectáculo cobra vida; y mesoneros sonrientes y amables que caminan de un lugar a otro atendiendo las mesas. Si bien este escenario pudiese observarse en la mayoría de los restaurantes de tendencia japonesa de la ciudad; lo especial de este lugar se consigue luego de atravesar el salón principal, allá al final, cuando ya pareciera acabarse el espacio, se encuentran tres habitaciones privadas, imitando la concepción nipona del hogar. Estructura de madera, piso de parquet, puertas corredizas y diseño destacado por su minimalismo, se encargan de crear una excelente atmósfera gastronómica.
Antes de poder ingresar a la habitación, el mesonero nos solicitó cordialmente que debíamos quitáramos las zapatos y colocarlos en una zapatera que se encuentra en el mismo lugar. Al entrar, se podía imaginar estar en una aldea japonesa, dispuesto a aprender y disfrutar lo grandioso de esta cultura. Un jardín Zen, una pequeña mesa y sillas a nivel del suelo, fueron la escena perfecta para disfrutar. A partir de ese momento, la experiencia gastronómica se inició y cobro mayor fuerza con cada minuto que trascendió en ese lugar.
Una carta extensa y variada demostraba atención a los diferentes gustos; entradas calientes y frías, sopas, para picar, roles, platos principales y postres fueron el guión de una obra llamada “delicias”.
Esta vez nuestro pedido fue práctico y sencillo; la tradicional ensalada wakame, roles recomendados por la casa, yakitoris y shumais. Todo extremadamente sabroso!!
La mayor sorpresa fueron los postres, con una variedad de 5 postres, nos decidimos por la “Galleta Taiko” y el “Helado Frito de Té Verde”, ambos se convirtieron en gozo en cada bocado.
La verdad, es que ya estamos haciendo planes para volver a ir…
Lo que encontramos al llegar fue una muy grata sorpresa. El local esta dividido en dos ambientes; el salón principal donde se distribuyen unas 20 a 25 mesas, el bar y sus empleados, seduciendo la mirada de quienes observan la preparación de los cócteles; el espacio para la elaboración de los “roles”, donde el espectáculo cobra vida; y mesoneros sonrientes y amables que caminan de un lugar a otro atendiendo las mesas. Si bien este escenario pudiese observarse en la mayoría de los restaurantes de tendencia japonesa de la ciudad; lo especial de este lugar se consigue luego de atravesar el salón principal, allá al final, cuando ya pareciera acabarse el espacio, se encuentran tres habitaciones privadas, imitando la concepción nipona del hogar. Estructura de madera, piso de parquet, puertas corredizas y diseño destacado por su minimalismo, se encargan de crear una excelente atmósfera gastronómica.
Antes de poder ingresar a la habitación, el mesonero nos solicitó cordialmente que debíamos quitáramos las zapatos y colocarlos en una zapatera que se encuentra en el mismo lugar. Al entrar, se podía imaginar estar en una aldea japonesa, dispuesto a aprender y disfrutar lo grandioso de esta cultura. Un jardín Zen, una pequeña mesa y sillas a nivel del suelo, fueron la escena perfecta para disfrutar. A partir de ese momento, la experiencia gastronómica se inició y cobro mayor fuerza con cada minuto que trascendió en ese lugar.
Una carta extensa y variada demostraba atención a los diferentes gustos; entradas calientes y frías, sopas, para picar, roles, platos principales y postres fueron el guión de una obra llamada “delicias”.
Esta vez nuestro pedido fue práctico y sencillo; la tradicional ensalada wakame, roles recomendados por la casa, yakitoris y shumais. Todo extremadamente sabroso!!
La mayor sorpresa fueron los postres, con una variedad de 5 postres, nos decidimos por la “Galleta Taiko” y el “Helado Frito de Té Verde”, ambos se convirtieron en gozo en cada bocado.
La verdad, es que ya estamos haciendo planes para volver a ir…
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