sábado, 11 de octubre de 2008

Nadie puede negar que son criollas, dietéticas, ecológicas, interculturales y que sirven para quitar la morriña

Este es un escrito que recibí de mi mama hace unas semanas, y en honor a su experiencia, la comparto con todos ustedes.

Hace apenas tres días regresamos a Murcia donde estamos viviendo desde hace más de un año mi hija y yo. Estuvimos de vacaciones en Caracas por un mes, fueron unas vacaciones extraordinarias porque por decisión familiar se hicieron coincidir con la celebración de la boda de mi hijo Álvaro con su prometida Mafe a quienes ustedes conocen a través de Experiencia G por sus estupendos escritos y recomendaciones. Pasamos momentos inolvidables con la familia, con los amigos, los conocidos, en los que conversamos de cosas amenas, sencillas, que luego extrañamos cuando las dejamos.

Sintiéndome hoy con esa morriña que solo conocen quienes la han padecido, me propuse preparar un plato sencillo, rápido, de lo que nos gusta, con los productos de la inter-cultura y aderezado con ese sentimiento. La decisión fue sencilla, nada mejor que unas empanadas criollas hechas con nuestra querida harina PAN adquirida en el Corte Inglés (producto de exportación venezolano), rellenas con un guiso de soja texturisada, (de venta en todos los supermercados, preparado exactamente igual que cualquier guiso de carne molida, con las ventajas de la proteína vegetal), fritas en aceite de oliva. El resultado un poquito de nuestra gente y un pedacito de Venezuela entre nosotros.. Y nadie puede decir que no son criollas, dietéticas, ecológicas, interculturales y que no sirven para quitar la morriña





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